miércoles, 20 de noviembre de 2013

Poema a la vida

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos...
Por eso, canta, ríe, baila, llora
y vive intensamente cada momento de tu vida...
...antes que el telón baje
y la obra termine sin aplausos.

¡Hey, hey, sonríe!
más no te escondas detrás de esa sonrisa...
Muestra aquello que eres, sin miedo.
Existen personas que sueñan
con tu sonrisa, así como yo.

¡Vive! ¡Intenta!
La vida no pasa de una tentativa.

¡Ama!
Ama por encima de todo,
ama a todo y a todos.
No cierres los ojos a la suciedad del mundo,
no ignores el hambre!
Olvida la bomba,
pero antes haz algo para combatirla,
aunque no te sientas capaz.

¡Busca!
Busca lo que hay de bueno en todo y todos.
No hagas de los defectos una distancia,
y si, una aproximación.

¡Acepta!
La vida, las personas,
haz de ellas tu razón de vivir.

¡Entiende!
Entiende a las personas que piensan diferente a ti,
no las repruebes.

¡Eh! Mira...
Mira a tu espalda, cuantos amigos...
¿Ya hiciste a alguien feliz hoy?
¿O hiciste sufrir a alguien con tu egoísmo?

¡Eh! No corras...
¿Para que tanta prisa?
Corre apenas dentro tuyo.

¡Sueña!
Pero no perjudiques a nadie y
no transformes tu sueño en fuga.

¡Cree! ¡Espera!
Siempre habrá una salida,
siempre brillará una estrella.

¡Llora! ¡Lucha!
Haz aquello que te gusta,
siente lo que hay dentro de ti.

Oye...
Escucha lo que las otras personas
tienen que decir, es importante.

Sube...
Haz de los obstáculos escalones
para aquello que quieres alcanzar.
Mas no te olvides de aquellos
que no consiguieron subir
en la escalera de la vida.

¡Descubre!
Descubre aquello que es bueno dentro tuyo.
Procura por encima de todo ser gente,
yo también voy a intentar.
¡Hey! Tú...
ahora ve en paz.
Yo preciso decirte que... TE ADORO,
simplemente porque existes.
Charles Chaplin

 Gracias por leerme,Patricia

lunes, 18 de noviembre de 2013

La serpiente y la luciernaga

LA SERPIENTE Y LA LUCIÉRNAGA

Cuenta una fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla.

La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas?

No acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente.

Entonces dime:
¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
¡No!, contestó la serpiente.

¿Yo te hice algún mal?
¡No!, volvió a responder su cazadora.

Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.

Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos:

¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?
Sencillo... porque hay algunos(as) que no soportan verte brillar.

La envidia es uno de los peores sentimientos que podemos tener.
El hecho de que envidien tus logros, tu éxito, etc., ¡que envidien verte brillar! te va a afectar en más de una ocasión, pero cuando esto pase, ¡no dejes de brillar!

Continúa siendo tú mismo(a), sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran...

¡Sigue brillando y no podrán tocarte!, porque tu luz seguirá intacta, porque siempre habrá quien te apoye, porque tu huella permanecerá, porque el recuerdo de lo que fuiste e hiciste quedará, ¡pase lo que pase!


jueves, 19 de septiembre de 2013

Los Gatos de Pancho y Carol: Una sorpresa de nuestras amigas

Los Gatos de Pancho y Carol: Una sorpresa de nuestras amigas: Anoche Bianka y su perrita Dama se acercaron a casa a entregarnos una donación consistente en 5 transportines nuevos de gato y dos cajas de ...

viernes, 19 de abril de 2013

El dolor de los cambios


Los cambios son siempre dolorosos y cuando los alargamos, terminan siendo suicidios lentos. 

Y tenía razón. Tanta razón, que todavía me arrepiento de no haberlo hecho en ese mismo instante y de que, realmente, me lo hicieran.

Todo se desató una mañana de invierno. A finales del otoño surgieron algunos acontecimientos que podían hacer presagiar algo que estaba cantado desde casi el principio, aunque existiese un pacto de palabra. Esa mañana de invierno, nada hacía sospechar por donde se movería el día.

Antes, hace años digo, cuando hacías un pacto se cumplía hasta el último momento y solo se rompía si las partes estaban de acuerdo. Hoy en día se actúa como si estuvieras viviendo en un "reality show", donde se busca terminar con lo que sea y echarle la culpa a la situación, al momento que se esta pasando, a otro o a la parte contraria, que puedes ser tú, o yo mismo.
Nunca entendí eso de "te doy mi palabra" y luego que, "las palabras se las lleva el viento". Tampoco entendí lo de hacer una promesa (a ningún santo) y que luego vengan y te digan, "las promesas están para romperlas".

Todo esto, para llegar a donde el cambio es inducido, malinterpretado, montando una película inexistente, poniéndole sonido a los pensamientos pues, es en la cabeza donde todo comienza y termina.

¿Cuantas veces habré vivido esta situación?, unas cuantas, de verdad, y ya cansa. Aunque es un buen ejercicio para conocer la mente humana, saber donde se esconde el "ego", cuales son los puntos débiles de quien tienes enfrente, no para atacarle, que es lo que suele hacer el que primero se monta la película, solo para no tocar esos puntos, para que todo esté en calma y poder dialogar. Claro que a veces ni el dialogo arregla las cosas que no se pueden arreglar.
La cosa es que, antes del mediodía, todo se había acabado. Las ilusiones se destrozaron solo con un giro de las palabras, con un gesto, con un dar la espalda a todo y ni siquiera, escuchar la contestación.
Pedir perdón no existe en el vocabulario de quien así actúa, pero tampoco está la energía para recibirlo y menos, cuando se cruza de brazos.

Y aunque esto último me alivia y me hace traspasar alguna frontera de la mente y del alma, como decía mi amigo ...
... Los cambios son siempre dolorosos y cuando los alargamos, terminan siendo suicidios lentos.
Y es que cuando uno cambia o se mueve, todo se mueve y todo cambia y ya nada es igual.
Así que es mejor hacer un cambio con dolor, que no verte obligado a hacer el cambio que en realidad no te gusta y sufrir por ello.


Texto: J. Bcn (Letters) para "Diario de Viaje de O. san" -www.facebook.com/OSanCuentosYRelatos 
Imagen: lui - autor desconocido














Gracias por leerme,El blog de Patricia

viernes, 12 de abril de 2013

Fedra


¿Cuantos acontecimientos deben suceder en nuestra vida para alcanzar una brizna de conocimiento? 
¿Cuanto camino hay que recorrer antes de darnos cuenta donde estamos parados? 
¿Acaso el conocimiento siempre se encuentra fuera? ¿Tal vez, en las palabras de un extraño "maestro" mesiánico con nombre impronunciable? 

La historia de Fedra es la historia de todos nosotros. 

Fedra buscaba el amor, buscaba el conocimiento, buscaba y buscaba y parecía no encontrar nada de lo que buscaba. 
Claro que esto último se convirtió en un gran agujero negro, que se traga todo lo que le das y no te da ni las gracias porque, todo, le sabe a lo mismo, a nada. 
Cuando nos vimos por primera vez, hace veinte años, ella buscaba arañando las brumas del conocimiento iniciático, y así llevaba diez años. 
Buscadora incansable ha estado en Maharishi; Comunidad Arco Iris; G.F.U.; Comunidad Osho; ha pertenecido a los seguidores de Sai Baba; es practicante de Budismo Shingon; etc., etc.
La última vez que nos vimos fue, hace una semana. Sigue buscando y arañando, sin terminar de rasgar el velo del conocimiento iniciático que para ella, ha dejado de ser un velo y se ha convertido en el grueso telón de un teatro. 

Fedra es una mujer que aparenta ser flexible, pero es muy cabezota, lo que la hace rígida; predica el dialogo y su frase favorita es -hay que hablarlo-. Claro que, lo del dialogo, es solo pura fachada.
Se ha convertido en una mujer casi amargada, con apariencia dulce. Traicionada por un amor, al que se consagró desde la adolescencia y al que nunca se entregó físicamente, y de lo cual se arrepiente, por la falta de autoestima como persona y como mujer. 

Tal vez, la búsqueda de Fedra tiene su raíz en que, en el fondo, no sabe que es lo que busca y pretende que algo le brille, le suene, le huela, le sepa, le susurre al oído. Pero también puede estar en querer ser aceptada en un grupo porque, ella misma, no se acepta. 

El dialogo interno de Fedra le dice que debe y no debe hacer en cada acontecimiento de la vida, pero ella hace oídos sordos a tales pensamientos. 

¿Que me darás a cambio de esta tristeza inexpresable? parece decir siempre que nos encontramos, pero su reserva con todo lo que acontece en estos momentos es su vida, la aísla aun más de poder comunicarse y escuchar verbalizando el dialogo que la molesta, una y otra vez sin poder acallarlo. 

Uno sale a este mundo al encuentro de la vida, del amor, del conocimiento de uno mismo, siendo responsables de las enseñanzas que esto conlleva. 
La búsqueda implica poner nombre a las cosas para que, cuando las tengamos frente a nosotros, las identifiquemos como señales de aquello que en realidad buscamos. 

Texto: "FEDRA" "Cuentos y Relatos de O. san" -www.facebook.com/OSanCuentosYRelatos 
Imagen: "Canción del Ángel" by Eduard Zentsik


Para mí es un enorme placer poder contar con O.san y sus cuentos. Me enamoraron desde el primer día. Espero que les guste,ya que todos los viernes tendremos un cuento suyo.














Gracias por leerme,El blog de Patricia

jueves, 11 de abril de 2013

El niño y el puzzle

Es bastante probable que ya hayas leído este cuento pero me ha gustado recordarlo.

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para reducirlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. 

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle, con el objetivo de distraer su atención. De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa del mundo ¡Justo lo que precisaba!

Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: -"Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie".Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. 

-"Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo". Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.

Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?

-Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo?

-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era.

  "Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo..."

martes, 26 de marzo de 2013

4 secretos para ser feliz


Lo que más deseas en la vida es la felicidad. Pero en ocasiones saboteas nuestros esfuerzos para alcanzarla. La felicidad no es un destino a donde se llega, sino es la manera de caminar por la vida. Sin embargo, de manera extraña, en el trayecto puedes tropezar con dos problemas graves: algunos seres humanos tienen miedo de ser felices y muy pocos saben exactamente qué desean. Si quieres vencer estos dos obstáculos y pertenecer al selecto grupo de gente feliz, te sugiero seguir cuatro pasos para lograrlo.

1- Desmantela tu armadura


Con frecuencia tememos ser felices y saboteamos nuestras ilusiones porque pensamos que no merecemos la felicidad y nos da miedo tratar de alcanzarla. La forma más sencilla y frecuente de protegernos y mantenernos a salvo es construir una armadura de acero en la que encerramos nuestros sueños y deseos para que nadie pueda alcanzarlos ni destruirlos. Y, por supuesto, el resultado es que jamás damos un solo paso para hacerlos realidad. Acepta que al reprimir tus sueños no los proteges, sino que impides que se realicen. Haz esfuerzos verdaderos para convertirlos en realidad. Esta decisión te puede llevar a correr algunas desilusiones y desengaños; pero también te llevará a éxitos que de otra manera no lograrías jamás.


2-Conéctate con los deseos de tu corazón


Haz una ”cita” contigo mismo para explorar cuáles son los sueños y los deseos que duermen en el fondo de tu corazón. Considérala y trátala como la cita más importante de tu vida. Si lo consideras necesario, asiste a ella con libreta y pluma en mano. Anota cuanta idea se te ocurra sobre lo que deseas, aunque te parezca absurda. Cuando no tenemos idea de cuáles son nuestras metas en la vida ni sabemos cómo alcanzarlas, es una buena idea ayudar al cerebro a realizar esta exploración. Lo importante es que logres conectarte con lo que tu corazón anhela realmente y que llegues a vislumbrar los diferentes caminos por medio de los cuales podrías alcanzarlo. De este modo, te será más fácil empezar a dar los pasos necesarios para convertir ese sueño en realidad. Los esfuerzos que hagas llenarán de interés tu vida y te harán probar las primeras mieles de la felicidad.



3-Reconoce tu propio poder


Todos somos mental y físicamente capaces de hacer lo que nos proponemos; los límites los ponen nuestro miedo y nuestra imaginación. Y todos merecemos el éxito, como merecemos el amor y la felicidad. Desafortunadamente, para muchos es más fácil decir ´no puedo´; y todos solemos creer en nuestras propias palabras. Así que para conquistar la felicidad, empieza a practicar una actitud positiva, a fomentar la confianza en ti mismo y a decir ´sí puedo´, a todos los retos que te vaya planteando la vida. Muy pronto descubrirás que puede hacer cosas de las que antes te sentías incapaz.






4-No tomes precauciones como pretextos


Algunos temores son buenos. Ser precavido y cauteloso es una virtud cuando se conduce un automóvil, se tienen hijos pequeños y se desea evitar cualquier tipo de accidente. Pero cuando el miedo te impide lanzarte en busca de tus sueños, ha llegado el momento de deshacerse de él. En las decisiones importantes de la vida los temores y pretextos deben dejarse a un lado y debe imponerse el valor para correr ciertos riesgos, porque se necesita determinación para perseguir y alcanzar los grandes sueños. Para ser feliz hace falta honradez para seguir el camino correcto en su consecución y para no estropearla con la mentira o el egoísmo. Pero, ¿cómo sé en cada momento que estoy siendo honrado con las personas que realmente me importan? El problema que se nos plantea es el de reconocer el tipo de amor apropiado -cuál es la manera correcta de amar-, y distinguirla de un amor equivocado -que pueda terminar destruyendo aquello que uno ama.








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sábado, 23 de marzo de 2013

Sólo te define lo que haces


Diógenes fue un filósofo griego, hijo de un banquero, que fue exiliado de su ciudad natal por falsificar monedas. Vivía solo y en total austeridad para liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades, despreciando toda riqueza y poder. Su única propiedad era la tinaja donde vivía, que empujaba rodando a cualquier lugar. Cuentan que un día, el rey Alejandro Magno le ofreció lo que quisiera y él contesto: “tan solo que te apartes porque me tapas el sol.”; y que en otra ocasión, Alejandro Magno encontró al filósofo mirando atentamente una pila de huesos humanos, y Diógenes le dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”.
Inspirado en este personaje y en Matthieu Ricard, monje budista considerado el hombre más feliz del mundo y que hace especial énfasis en el desapego material, escribo hoy esta entrada.Con sencillez y desapego, no me refiero a que vivamos todos como Diógenes o Matthieu Ricard, pero sí a que consideremos la posibilidad de vivir con menos de forma voluntaria.
Probablemente, esto hará que tengamos una vida más fácil y relajada, con menos estrés y preocupaciones, con más tiempo disponible, libertad y agilidad; al igual que no es lo mismo subir unas escaleras cargado con las bolsas de la compra, que sin ellas.
Las cosas materiales acaban desviando la atención de lo importante; por ejemplo cuando estás en la playa y tienes algo de valor contigo, no te queda otra que estar pendiente de eso, más que de darte un refrescante baño o un cálido paseo por la orilla, que es para lo que estas allí, teniendo que llevarlo en la mano en todo momento o mirando cada cinco minutos a la toalla.
El poder vivir con menos cosas, te hará ser más generoso y desprendido, y a su vez que los que te rodean lo sean contigo, se preocuparán por ti y así nunca necesitarás nada, como dice Jodorowski: “Todo lo que das, te lo das, y lo que no das, te lo quitas”.
Hasta la tecnología nos está ayudando a tener muchas menos cosas, con los discos duros, la nube, el spotify, ebooks, etc… quién necesita tener la casa llena de libros, cd’s, películas, etc. También esta ayudando el claro cambio de conducta en el consumo actual, orientándose más a compartir el uso de las cosas que a su tradicional sentido de propiedad en exclusiva.
Por otro lado, el exceso de apego por las cosas te hace pensar que sin ellas no serías feliz y siempre genera celo y desconfianza, cuando mucha gente ha pasado sin ellas perfectamente.Como la eterna insatisfacción del que se apega a estereotipos socio económicos  que sólo son símbolos creados y una vez que los consigue los normaliza y pierden valor, persiguiendo de nuevo unos más ambiciosos como bien explica Alain De Botton en su libro “Estado de ansiedad: La ansiedad por el estatus”. Esto no significa que no debas ponerte metas y objetivos, pero sin obsesionarte los resultados: siempre ha sido más importante el camino que el destino.
En las relaciones de afecto, el desapego también es importante. No quiere decir que tengas que ser frío, distante o te muestres indeferente, pero sí permitir espacio e independencia a las otras personas, y a ti mismo.Incluso un fuerte apego a ciertas costumbres o creencias te harán ser, sin duda, más inflexible y predecible y menos creativo y objetivo, condicionándolo todo.
Recuerda que no te define lo que tienes, ni lo que pareces, los prejuicios generan perjuicios, y a menudo son erróneos. Tampoco te define lo que piensas, ni lo que dices, lo que realmente te define es lo que haces y como te comportas con los demás, eso habla por si sólo.





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miércoles, 20 de marzo de 2013

La necesidad de vivir despacio y en el presente


Vi una entrevista que le hicieron en Singulars a Carl Honoré, el conocido autor del libro El elogio de la lentitud. En ella explicaba brevemente cómo llegó a darse cuenta de que estaba en una situación de “aceleración desbocada” el día en que se descubrió a sí mismo planteándose ir a comprar un libro de cuentos infantiles que podían explicarse en 1 minuto. En ese momento, se hizo consciente de que estaba corriendo mucho para a la vez perderse las cosas que de verdad importan, como el tiempo pasado con sus hijos, ese tiempo que una vez los hijos han crecido no podrás jamás recuperar.
Honoré nos cuenta que vivir deprisa no es vivir, sino sobrevivir. Es correr de un lado a otro, sin saborear ninguna de las experiencias que nos están sucediendo, como empujados por una fuerza que nos impide detenernos, que no nos deja bajar el ritmo. Hace unos días, un amigo me decía que no podía ralentizar su ritmo de vida, que sólo le quedaba parar o seguir en esa loca carrera. Yo creo que eso es un error, siempre podemos bajar el ritmo, tomar aire y reorganizar nuestras prioridades. Y sé que ese “siempre” puede sonar impositivo, incluso exagerado. Pero es que el problema es que hay que hacerlo, ya que necesitamos darle a nuestra vida una dimensión temporal adecuada, con momentos más intensos y otros más tranquilos, con etapas de un cierto estrés y otras de ir haciendo sin presión. Pues cuando no lo hacemos, la vida nos para y suele hacerlo contra un muro (metafórico o real). Nos detiene en seco.
Esa ralentización es además el único modo de poder conectar con lo que de verdad nos importa y trabajar en la zona, entrar en los estados de flujo de los que muchas veces os he hablado. Cuando vas siempre corriendo sin parar, no puedes estar en flujo ya que tu “yo esencial” está unos pasos por detrás de tu “yo activo”, no estás conectando, estás simplemente reaccionando. No estás en el aquí y ahora. Todo lo que haces, lo realizas entonces desde el esfuerzo. Y desde el esfuerzo no hay verdadero disfrute y sólo se puede mantener ese ritmo esforzándose más. En cambio, desde el estado de flujo, el esfuerzo se transforma en sintonía con la tarea, en energía focalizada y bien dispuesta, en un hacer desde el propio ser. Como dijo Stefan Zweig: los grandes momentos se hallan siempre más allá del tiempo.
Y además, para aquellos más prácticos y que creen que lo importante son los resultados, hay que recordar como bien dice Honoré (y otros estudios confirman), la prisa y la aceleración, empeoran el rendimiento y conducen a tener más errores. Como he dicho antes, todo tiene un ritmo adecuado y si tratas de acelerar ese ritmo, el resultado empeora. Os dejo para finalizar con un cuento zen que he leído en un fantástico libro de santiago Alvárez de Mon, La lógica del corazón:
Cuando le preguntaron si nunca se había sentido desanimado por el escaso fruto que sus esfuerzos parecían producir, el Maestro contó la historia de un caracol que emprendió la ascención a un cerezo en un desapacible día de finales de primavera.
Al verlo, unos gorriones que se hallaban en un árbol cercano estallaron en carcajadas. Y uno de ellos le dijo:
- ¡Oye, tú, pedazo de estúpido!, ¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año?
El caracol sin detenerse, replicó: No importa. Ya las habrá cuando llegue arriba.






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sábado, 23 de febrero de 2013

¿Conoces tu elemento?


No es fácil descubrir quién eres. Es más, me atrevería a decir que saber quién somos realmente es una de las tareas más difíciles que hay, estando como estamos escondidos de nosotros mismos bajo capas y capas de condicionamientos de todo tipo: emocionales, culturales, sociales, educativos, de personalidad, etc…. Aunque ya te advierto que para entrar en esas capas más profundas necesitarás ayuda externa. 
Pero como llegar a ese conocimiento profundo puede requerir más tiempo y esfuerzo del esperado, está bien que podamos ir haciendo aproximaciones a ese camino, como si nos fuéramos entrenando y estuviéramos poniendo nuestro cuerpo y mente a punto.  Porque lo más importante, lleguemos a dónde lleguemos en ese camino de autoexploración es estar en el camino, andar el camino. Que el conocimiento nos encuentre en movimiento. Y una de las búsquedas de ese camino es lo que Sir Ken Robinson llama en su libro El elemento, encontrar nuestro elemento.
Encontrar nuestro elemento no es asunto baladí. Algunas personas ya lo han encontrado y disfrutan plenamente de la actividad o actividades que realizan en contacto con su elemento. Están en la zona o como he hablado en otras ocasiones, logran estar en flujo con lo que hacen. Otras no lo han hecho o tal vez perdieron ese contacto en algún momento de su “socialización”. Porque los principales obstáculos a que encuentres y desarrolles tu elemento son tres: tus propios miedos, el grupo social y la sociedad en general. La sociedad dice querer gente libre y feliz, pero en realidad quiere personas sumisas y adaptadas al sistema.
Puede que te estés preguntando qué es exactamente el elemento. Según Robinson, el elemento es ese lugar interno en donde convergen las cosas que nos gusta hacer y lo que se nos da bien, un punto de encuentro entre las aptitudes personales y las inclinaciones personales, un lugar en el que puedes sentirte tu mismo y sobre todo sentirte vivo. Es además ese espacio interior en dónde se une la capacidad y la vocación. La capacidad sería una facilidad natural para hacer alguna cosa. La actitud tendría que ver más con un punto de vista de tipo emocional: como miramos nuestra situación, cuánto y cómo sentimos que podemos hacer algo. Y necesitamos además para que eso suceda, para que encontremos nuestro elemento, que tengamos la oportunidad de encontrarlo en el entorno. O bien que seamos capaces de crearla. En palabras de Robinson es un proceso en que se pasa por estas fases: Lo entiendo, me encanta, lo quiero, dónde está.
¿Qué puede ser el elemento? Cualquier cosa: escribir, pintar, cocinar, hacer zapatos, ser matemático, bailar, construir casas, ser ebanista, escuchar a otros, etc… Cualquier cosa en la que te sientas como explicaba en el párrafo anterior. Hay personas que tienen un solo elemento y otras que tienen varios. Todas las opciones son buenas mientras en algún momento, estés en flujo, estés conectado y en la zona.
¿Es obligatorio encontrar tu elemento? Por supuesto que no! Nada lo es. Pero si lo haces, encontrarás un lugar en dónde todo tu Ser fluye, en dónde parece que se abre un canal y se junta el cielo y la tierra, en dónde la vida se expresa a través de ti mismo y todo parece formar parte de un orden natural. Espacio y tiempo fluyendo en sintonía con tu interior. Un espacio en dónde la libertad de ser tu mismo es posible.
¿Crees que te mereces descubrirlo?¿Conoces tu Elemento? 






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lunes, 18 de febrero de 2013

La necesidad de vivenciar el dolor

Se habla frecuentemente del pensamiento positivo y realmente creo que es algo muy útil y a tener en cuenta en muchos momentos. Pero no debemos olvidar que en la vida también hay dolor, momentos de sufrimiento. Parece casi un tabú hablar en nuestra sociedad de eso, pero es una realidad que en algún momento nos tocará pasarlo mal.


Y cuando eso sucede, lo peor que podemos hacer es tratar de evitarlo, hacer como que no pasa, negarlo. Los grandes maestros dicen que “no evites el dolor, pues al pasar por él acabarás trascendiéndolo“. El dolor mental o emocional es en realidad el apego a conceptos falsos, es el empeño en creer que las cosas han de ser como nosotros queremos y no como son en realidad. En esa lucha contra la realidad, gastaremos mucha energía y es una batalla perdida de antemano. Cuando en cambio, lo aceptamos como parte de la vida, como una lección más que nos toca aprender, como un mensaje del Universo, o de nuestro cuerpo, o de nuestra mente, o de nuestras relaciones con los demás, está empezando la curación.

Como siempre digo y pienso, los hechos son los que son, lo único que puedes cambiar es el modo en que te lo tomas. Como dice la frase budista: el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional. Y si haces eso puedes llegar a conseguir un estado de felicidad interna, un estado de felicidad más allá de las circunstancias, intrínseco al hecho de estar vivos y a la aceptación de lo que te depara la vida como parte de tu camino de aprendizaje. Mientras sigues aprendiendo, estás viv@.






¿Te niegas a aceptar las situaciones dolorosas de tu vida? ¿Crees que son dolorosas en si mismas o lo son por el modo en que te las tomas?¿Qué puedes aprender de ellas?









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jueves, 14 de febrero de 2013

La eternidad en una hora de tu vida


"Mira el mundo en tan solo un grano de arena…

mira el cielo en un campo florido,

guarda el infinito en la palma de tu mano,

y la eternidad en una hora de tu vida"

William Blake






Una frase que a diario oigo y que me pone los pelos de punta es " Tengo prisa o No tengo tiempo o Necesito días de 36 horas".
Y una de las actitudes que más veces podemos ver es la de personas corriendo de un lado a otro, galopando por las escaleras,corriendo para arañar unos escasos minutos al reloj. Impacientándose ante el semáforo en rojo. Tal vez para llegar a otro lugar en el que seguirán corriendo. Y yo me pregunto: ¿es realmente necesario correr tanto? ¿con que fin?

Ya hace algunos años surgió el movimiento del Slow Down, que tiene incluso pueblos acogidos a esa filosofía, en los que básicamente se vive en una escala de tiempo humana, sin prisas, dedicándole a cada cosa el tiempo que se merece. Y por qué no, un poco de carpe diem.

Tal vez no hace falta irse a ese extremo pero sí que es muy importante ser consciente que el exceso de prisa, el lo quiero para ayer y la sensación de aceleración de nuestra vida diaria puede desembocar fácilmente en una situación de estrés. Actitudes probablemente inútiles, ya que al final, tendremos que dedicarle a cada tarea el tiempo que requiera.

Se trata de como se decía antiguamente, ir sin prisa pero sin pausa. Podemos hacer las cosas, pero sin darles urgencia, dedicando el tiempo necesario. Y sobretodo no debemos olvidar que el hacer no nos ha de impedir el vivir, el disfrutar de cada momento, de cada cosa.

No voy a poner una lista de las cosas que nos perdemos cada día mientras corremos de una lado a otro, mientras hacemos una cosa y con la cabeza en otra, ya que creo que es una reflexión que debe hacer cada uno de manera individual, si es que quiere saber qué se está perdiendo. Porque es muy probable, que cuando llegue ese futuro en donde se supone que podrás descansar, en donde tendrás tiempo para saborear cada instante, sigas corriendo o bien descubras que ese futuro no era como tú te esperabas. Y sería una lástima haber perdido tantos buenos momentos por el camino. Porque es posible que si vives para trabajar , incluso aunque disfrutes mucho de ello, te estarás perdiendo muchos momentos de otro tipo de felicidad.

Porque como dijo Unamuno: “Lo más urgente es lo de ahora y lo de aquí. En el momento que pasa y en el reducido lugar que ocupamos, está nuestra eternidad y nuestra infinitud.”

Y tal vez pienses que esa no es la sociedad en que vivimos, pero recuerda que la sociedad la hacemos todos y cada uno de nosotros. Y cada momento que se va, cada instante único e irrepetible, es algo que sólo tu ganas o pierdes. Y se que no es fácil desacelerar, pero hacerlo o no dependerá de cuál sea tu escala de valores. Tú eliges.

Y tú ¿a que te dedicas? ¿A correr de un lado a otro o a saborear el momento? Si estuvieras en tu lecho de muerte y te dieran la oportunidad de revivir un momento de tu vida: ¿cuál elegirías?







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